Nuestra vida ha cambiado mucho en el último año y, consecuentemente, lo han hecho nuestros hábitos. Algunos son nuevos, como el uso de las mascarillas; y otros han requerido ser reforzados, como la higiene de manos. Esta costumbre, la de la higienización de nuestras manos, la adquirimos desde pequeños y su objetivo es reducir el número de microorganismos que hay en la piel.
En la situación actual, marcada por la crisis sanitaria del coronavirus, se plantea una dicotomía entre dos opciones igual de acertadas: lavar y desinfectar las manos. Pero como todo en esta vida, cada una tiene su por qué. Cuando las manos estén visiblemente sucias debe optarse por lavarlas con agua y jabón para eliminar la suciedad. Mientras que es preferible desinfectarlas cuando a simple vista no se aprecien manchadas, puesto que resulta un procedimiento más rápido y eficaz dado que los preparados de base alcohólica, como el gel que proporciona nuestra pulsera SAFETYBAND, eliminan un mayor número de organismos.
Desinfección, antes y después
Partimos de la base de que nos tocamos la cara con mucha frecuencia: unas 23 veces por hora. Un gesto inconsciente que favorece los contagios. Por ello, la desinfección con SAFETYBAND debe ser constante a lo largo del día, especialmente si se trabaja de cara al público, en el ámbito sanitario o para la realización de ciertas acciones como las siguientes:
- Antes y después de quitarse la mascarilla
- Después de sonarse la nariz, toser o estornudar
- Antes y después de entrar a un establecimiento público, tienda o comercio y centro de salud u hospital
- Después de tocar barras y reposabrazos del transporte público
- Antes y después del consumo de bebidas o alimentos en hostelería
- Antes y después de cuidar a alguien enfermo
- Antes y después de utilizar un aseo público
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